Hoy he descubierto algo: me encanta que el viento acaricie mi pelo.
En los andenes del metro de Praga, cada vez que el tren se acercaba, se elevaba muchisimo aire, todo el mundo se apartaba, pero yo, inconscientemente, me acercaba, como cada vez que corre el viento, me gusta sentirlo en mi pelo.
Es por ello que cada vez dejo que mi cabello crezca, que cada vez esté más y más largo, para poder ondear al compás de la música que le canta el viento, y cuando lo hace, me invade una increíble sensación, salvaje.
El viento me cede su fuerza invisible para continuar cada día con mi vida, me muestra como.
Os voy a contar un pequeño secreto. Me encanta caminar descalza.
Por casa, por la calle, por la playa...a donde sea. Lo hago siempre que las circunstancias me lo permiten.
La explicación es simple, libertad.
Los zapatos se me antojan como una cárcel, sin embargo, ir sin ellos me proporciona una enorme sensacion de libertad infinita.
Notar el suelo en las plantas de mis pies me hace sentir en la Tierra.
Y me devuelve a la realidad.
me gusta mucho como escribes... un abrazo
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