Me siento como Alicia, aquella niña que sin querer, cae en un mundo en el que no sabe si bebe té o café, en un laberinto en el que no sabe cual es el mejor camino.
Donde las flores hablan, donde los gatos sonríen, donde los espejos son la conexión entre dos mundos y por mucho que te mires en ellos, siempre estas de la misma forma.
Allí los conejos siempre llegan tarde, las botellitas dicen bébeme y las galletitas dicen cómeme.
Allí una parte de la seta es más grande y la otra más pequeña, las puertas cada vez son más pequeñas también y la gente te grita: ¡Feliz no cumpleaños!
Pero qué mundo... ¿Será realmente un cuento? ¿O es un reflejo de nuestra realidad?
¿Alguien me lo sabría decir?
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