Rendición

No tengo ni idea de lo que me está pasando. ¿En qué debo pensar?

Nunca he sido una chica débil, todo el mundo lo sabe, pero él hace que me sienta la más débil del mundo cuando estoy a su lado.

Durante una temporada me devolvió a la niñez, donde solo te atrevías a mirar al chico que te gustaba sin siquiera dejar que supiera quién eres. Durante esa temporada me sentía inmadura e incapaz de mover ni un pelo para acercarme a él. Solamente, miradas. Yo miraba, él miraba. Eso era todo. Como dos niños, tal y como ya he dicho.

¿Y qué puedo hacer ahora?
Aunque ahora todo es diferente, sigo sintiéndome de la misma manera cuando estoy con él. Me siento absolutamente como una niña. Inmadura, juguetona, picona, traviesa... moñas. Es tan raro en mí... Supongo que tengo que sentirme bien. Y me siento bien, me siento feliz, sonrío por nada, pero en el fondo tengo miedo.
Tengo miedo a que se acabe marchando, como suele pasar. Ha pasado de cero a cien en dos días, ha conseguido devolverme a mí y tengo miedo de que se marche y vuelva de nuevo a lo que estaba antes de él.

No puedo ni creerme lo rápido que me ha conseguido. Ya me tiene.
Ya no puedo hacer nada más que rendirme. No puedo, ni quiero luchar contra lo que me está pasando.
Rendirme se me antoja la mejor opción.
Rendirme como cada vez que me tiene entre sus brazos.
Sí, me rindo, está decidido.

¿Quién dice que la rendición no puede ser dulce a veces?

Tan dulce...